BANDOLEROS DE LA AXARQUÍA

AUTOR: FRANCISCO MONTORO FERNÁNDEZ

COLECCIÓN GENERAL. (Nº 4)

ISBN: 978-84-921623-9-0 D. L. MA 57-2011

Número de páginas: 148

El mundo de los bandoleros siempre ha resultado muy atractivo, especialmente para quienes se han aproximado a él y han tratado de conocerlo de cerca. El bandoleris­mo, los bandoleros, su entorno,­ ha desatado pasiones y controversias, y ha estado envuel­to en un halo de misterio y fantasía. Desde quienes le han exaltado, defendido, protegido, venerado, hasta quienes lo han deformado, vituperado, maltratado y maldecido. Todo a resultas de las pasiones que despierta. Por­que, y ello es una constante en todas las épocas y todas las áreas geo­gráficas, el bandolerismo nunca ha producido indi-ferencia.

En puridad se han llamado bandoleros a los individuos que, formando cuadrillas o “partidas”, se han dedicado a robar, extorsionar, sobornar, secuestrar… Un bandolero es un salteador de caminos, un atracador, un criminal, es decir, una persona perversa, generalmente buscado y perseguido por jueces y fuerzas policiales.

Muchas veces se ha empleado la palabra bandolero como sinónimo de bandido, y éste es un delincuente que,  siendo o no bandolero, recibe el nombre del hecho de ser llamado a través de bandos, edictos y pregones, u otros medios de difusión, y que, gene­ralmente, elude su comparecencia ante los jueces para dar cuenta de sus actos.

El bandolerismo fue, y sigue siendo, algo presente en toda época y en todo país. Como fenómeno no se puedereducir a una determinada etapa histórica ni a unas determi­nadas zonas geográficas. El pillaje, el hurto y la rebelión, fue siempre un fenómeno reite­rado, si bien, por lo general, ligado a la opresión y al descontento social.

Ya Viriato fue calificado como “capitán de bandoleros”, y, más tarde, los almogá­vares, habitantes fijos de las fronteras, que habitualmente buscaban el sustento en sus ene­migos, se pueden considerar como bandoleros. Ban­doleros fueron  los monfíes, moriscos salteadores, atacantes de los habitantes de las llanu­ras…

Coincidiendo con el nacimiento de la novela picaresca, el bandolero se trans­forma en pícaro, con la habilidad física y mental que  caracteriza a estos personajes…

Hubo bandoleros más modestos, con metas pequeñas, y otros más ambiciosos que llegaron a desafiar a ciudades enteras, como es el caso de Diego Ordóñez que retó a Za­mora, y otros como Guinarte, Cadrell y el de Miñón que se atrevieron  contra Barcelona, Lérida o Gerona en el siglo XVI.

En la Península Ibérica el bandolerismo adquirió una especial repercusión social en dos territorios muy delimitados, Cataluña y Andalucía, y, en ambos casos, en momen­tos de graves crisis eco­nómicas y gran descon-tento social.

En Cataluña el bandolerismo tuvo su origen en las luchas entre nobles feudales que propiciaron la forma-ción de auténticos ejér­citos privados. Fue allí donde, en el siglo XIV, nació la palabra “ban­doler” para designar a los mercenarios de las bandas señoriales.

Durante el reinado de Carlos I (1516-1556) se produjo un notable auge del bando­lerismo. Las antiguas bandas fueron co­brando autonomía y se convirtieron en cua-drillas de delincuentes que devastaban el país. A comien-zos del siglo XVII, Perot Rocaguinarda, el más grande de los jefes bandoleros catalanes, llegó a tener a sus órdenes a un millar de hombres.

Por lo que respecta a Andalucía el bandolerismo fue especialmente activo entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Los impulsos colonizadores del mo-narca Car­los III sobre la Sierra Morena ya tenían el objetivo de obstaculizar el dominio de los ban­doleros sobre ese territorio tradicional y típicamente despoblado.

El primero de los grandes bandoleros andaluces fue Diego Corrientes, que fuese ejecutado en 1781, y, tras la Guerra de la Independencia (1808-1814) actuaron los Siete Niños de Écija y José María Hinojosa “el Tempranillo”, que en 1832 se incorporó al ejército del rey.

En la segunda mitad del siglo XIX la actuación de la Guardia Civil, por un lado, y el desarrollo del ferrocarril y el telégrafo, por otro, mitigaron los efec­tos del ban­doleris­mo en Andalucía, claro reflejo del endémico retraso de estas tierras. No obstante, en la década de los ochenta, diversas partidas aterrorizaban el campo andaluz, y, entre ellas, la de Melgares y el Bizco del Borge, objeto de este libro.

Desde el punto de vista militar, los bandoleros andaluces casi nunca tuvieron es­trategias prefijadas, ni acaudillaron grandes cuadrillas, pero sus acciones fueron efectivas, con resultados sorprendentes en muchísimos casos. Y por lo que respecta a la extracción social, se puede asegurar que, por lo general, se trataba de cam­pesinos incultos y maltra­tados por la fortuna, que se tiraban al camino persiguiendo riquezas, notoriedad y respeto, elementos de los que carecían en sus respectivos ambientes vitales.

Con el bandolerismo aparece una forma de luchar y morir que está teñida de mar­ginalidad y persecución, y que cultiva una sorprendente “alianza-complicidad” con el pue­blo oprimido, que lo oculta y alimenta, sin lo cual su acción estaría condenada inmediata­mente al fracaso.

En muchos casos la literatura romántica convirtió a los bandoleros en héroes, en atractivos individuos que tenían en su horizonte el bien de los otros, en personajes mo­vidos por idea­les redentores, en maleantes aparentes que, en el fondo, escondían nobles motivos para actuar en supuestos desatinos. Y ello ha llevado a que, en la actualidad, se nos confunda frecuentemente la ima­gen del bandolero cruel y violento con la del luchador y activo por las causas de los desfavorecidos. Una sorprendente dualidad, casi siempre fruto de los mitos literarios, que nos pre­senta una arraigada imagen de bandolero como ser generoso y caritativo, que roba sin piedad a unos para, a veces, ceder generosamente a otros; capaz de mezclar un acto vil con otro de insólito rasgo de nobleza; que roba y mata con saña y, al poco, protege la vida de quien, desvalido, a él se confía; que vive enfrentado a la ley, y a muchos de sus actos le anima un alto estilo de justicia…

ACTO DE PRESENTACIÓN DEL LIBRO

(Peña Flamenca de Vélez-Málaga)

PRESENTACIÓN EN ALGARROBO

(Año 2011)